¿Sientes que no tienes las oportunidades que te mereces? ¿Piensas que algunos han nacido en cuna de oro y lo tienen todo sin hacer ni la mitad de los esfuerzos que haces tú? Qué suertudos todos ¿verdad? Todos menos tú. Porque claro, es bien sabido que el universo conspira contra ti, que no te fue brindada la oportunidad de tener a los padres adinerados de María, ni al novio blanco de Maruja y mucho menos el trabajo en esa empresa petrolífera para la que trabajan Anusca y Rijolé… ¡Chay Rijolé! Esa niña que te pedía tus respuestas casi en cada examen, ahora ya cobra una millonada y tú ni trabajo tienes.
Déjame decirte que la vida no es justa, y no tiene planes de serlo, por lo que lamentablemente, tus quejas son totalmente inútiles y tus excusas inservibles y… ¿sabes qué es lo más curioso? Que esas personas con las que te comparas, tachándolas de suertudas, igual tuvieron que sufrir el doble, igual pasaron por peores circunstancias que tú; y si no lo hicieron ellos, igual lo hicieron sus padres o sus abuelos, el tema es que todo aquello de lo que disfrutan hoy, es probablemente, fruto del trabajo de alguien. Y aunque no fuera así, aunque hubiesen conseguido todo lo que tienen por puro azar, por suerte o por lo que sea, ¿crees que saber esto mejora en algo tu vida? En absoluto, en lo más mínimo; ellos seguirán disfrutando igual de su posición privilegiada, estén ahí por suerte o por mérito, y a ti, a ti te toca levantarte y luchar por tus sueños, luchar por aquello que quieres, aquello que realmente deseas.
Lo cierto es que los logros no se alcanzan lloriqueando ni justificándote en la idea de que no has conseguido aquello que han logrado los demás debido a que ellos partían de una posición ventajosa, porque… pensemos: ¿No hay acaso gente que ha triunfado partiendo de situaciones más graves que la tuya o la mía? ¿No es esa gente mejor ejemplo que aquella que consiguió las cosas sin esfuerzo o simplemente las encontró ya hechas? El problema real es que nos enfocamos en las cosas que nos hunden, en vez de en las cosas que nos motivan. La misma persona que en uno podría despertar el odio y la envidia por sus logros aparentemente inmerecidos, para otra persona, podría servir de inspiración para esforzarse un poco más en el camino hacia sus metas.
Debería apasionarnos la idea de poder decir en el futuro “tenía mucho en contra, pero aun así, lo logré”.
Tú puedes decidir que te gusta más la idea de despotricar y dedicarte a desmerecer los logros de los demás, pero te aseguro, que mientras tú te centras en generar excusas que te mantengan en la pobreza y la mediocridad, hay gente luchando por salir adelante, partiendo de situaciones incluso peores que la tuya.
Hoy tienes ante ti dos simples opciones: o dedicas tu energía a criticar, desmerecer y envidiar los logros ajenos o te centras en mejorar tu vida.
¡Tú decides!
¡Tú decides!
